“Es algo especial, sin ninguna duda. Y es que millones de personas en todo el mundo te escuchan, porque el concierto se transmite en más de 80 países. Además, es Año Nuevo, y ese día la gente debe estar de muy buen humor y escuchar con alegría. Tampoco hay que olvidar que el concierto se desarrolla en la magnífica Sala Dorada de la Musikverein, con su sobresaliente acústica y la incomparable calidad de los músicos de la Filarmónica. Todo esto en su conjunto genera una mezcla muy festiva”, explicó ayer Mariss Jansons a la agencia de noticias DPA.

El director de orquesta letón, de 72 años, estará el primero de enero por tercera vez al frente de la Orquesta Filarmónica de Viena, para dirigir el tradicional Concierto de Año Nuevo. Pasaron 75 años del primer concierto, en pleno nazismo, y Jansons destaca el carácter universal del gran evento musical: “con el tiempo, este concierto ha adquirido la importancia de un mensaje de paz y de entendimiento entre los pueblos”.

Como siempre, se oirán El Danubio Azul y la Marcha Radetzky, pero el director no quiso revelar el resto del programa, si bien se sabe que este año, los Niños Cantores de Viena participarán en dos polkas de Johann y Josef Strauss.

La mañana del primero de enero arranca por tradición desde Viena, a ritmo de marchas, polkas y valses de la familia Strauss. El Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena es un fenómeno global que hoy se ve en países de todo el mundo, con una audiencia de más de 50 millones de telespectadores. En Tucumán, este concierto suele verse por cable.